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Algún día, los déspotas y engreídos burócratas entenderán que el mundo se hizo con los brazos de los obreros, la diligencia de los voluntarios y la mente de los líderes y pensadores. Y ellos, sólo han jugado un gran papel: frenar la rueda...

A veces, la vida es así: injusta y cínica



 foto perteneciente a larepublica.com.uy

 A veces, la vida es así: injusta y cínica

El ritmo acelerado de su pulso,
le impide apreciar
el fino calibre de ese hilo que la separa de la muerte…
Golpean su rostro
y  sólo el viento es quien la acaricia…
La violencia se ha hecho parte de su triste vida,
la lleva adherida a sus sentidos, como hiedra al muro;
tanto, que ya no la distingue como extraña, ni  dañina,
que no la siente destructiva, ni le es dolorosa,
sino que la carga como a otro de sus brotes,
sobre sus caderas, casi sin sentirlos,
en silencio, 
como a sus confusas obligaciones…

Y esos niños, sus niños, sus retoños,
casi son molestia…
Los ama con un amor extraño, digno de su vida,
con un amor desposeído, triste y desvirtuado.
Los ama de la manera en que puede,
como le enseñaron y si entender su propio rol,
ni sentir amor de verdadera madre.
Así como su madre, lo ha hecho con ella…
Gritando todo el día, sumida en la desesperación de perderlos.
Pues,  si los perdiera, moriría,
porque ellos son la única razón de sentirse digna.
imagen perteneciente a
http://www.telepolis.com 

El viento acaricia su cintura, desnuda y gris,
 
maltratada y marcada,  asomando las huellas de su dolor .
Su piel, se volvió una gruesa  y  mustia caparazón,
y no sabe de caricias verdaderas, más que las del frío viento Pampero,
que recio se cuela por las grietas de su pobre rancho,
hecho de lata y cartones del descampado asentamiento…

Transita caminos de dolor, melancolía y queja,
y vive cada instante de su existencia, atormentada,
amando, apenas, como se ama a si misma…
amando de la única manera que le es posible,
así como su vida de soledad , vicio , grito y llanto…

Camina algunas noches solitarias buscando recompensas.
Culmina en brazos de extraños, culpándose de todas sus miserias,
y bebe para evadirse de su tristeza…
Mientras sueña con ser salvada…rescatada…
por un héroe de grandes alas…
Pero sigue… seca, llorando,
casi siempre en silencio, por su triste vida,
desde su conciencia martillada por el dolor,
y su autoestima destruida, cree que hay otra salida.
Y camina, camina,
cargando la pobreza sobre sus hombros,
y el trato desigual de una sociedad que la condena 
a ser una excluida.
De este modo ama al mundo:
con la excusa de que la vida es así: injusta y cínica

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Y yo la observo, desde mi torre de cristal, casi dormida.
Caminando sin percibir su silenciosa vida,
mientras otros se distraen con espejos de colores
y ruidosos escaparates de fantasía.

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El ritmo acelerado de su pulso, me impide apreciar
el fino calibre de ese hilo que la separa de la muerte…
El dolor, su dolor,  se ha hecho carne en ella…
Su silencio la condena…
Mi indiferencia, la liquida…


Sandra Gutiérrez Alvez

Inherente libertad




Nací libre, pero me apresó una sociedad en cambio acelerado
que me exigió, lo mejor, lo máximo, lo perfecto.
Actué como humana, y me sentí rechazada….
Traté de encontrar la verdad caminando por el filo de la vida,
extraviándome de mi misma,  para que me aceptaran…
Perfilando precipicios,
fui  sorprendiéndome de las ambigüedades de la gente,
de los vicios extremos, de las necesidades imprudentes,
y las imprudencias innecesarias.
Entre guerras de ideales, sufrí en carne sus embates.
Irremediablemente, me aparté en espíritu
y caminé en soledad acompañada,
andando por mis veredas, perdida en mis laberintos,
confundiéndome con los actores de la auténtica vida…
Y, dando la libertad por sentada,
me asaltaron miedos y censuras desequilibrando mi razón.

Vi la muerte ante mí, como un camino de salvación
pero el ego me arrebató de los pelos…
Fui presa de mi  incauta libertad y, sin quererlo,
me hice eco de los juegos previos que no tienen razón de existir…
Porque, no hay peor amo que el que exige devoción exclusiva,
ni peor fiel, que el se cree superior porque la rinde.
Creí en las promesas de mentirosos, y mentí de buena fe.
Hasta que, jugando su mismo juego, fui víctima y victimaria.

Como mediador que se  esclaviza a sus propias leyes,
me enredé entre los brazos de la culpa,
creando nuevos laberintos para perderme y olvidar.
En mis rondas, la profunda oscuridad me sedujo,
anidé entre cuervos que me enseñaron sus garras de maldad.
Aún con mi alma a jirones, conservé mi última hilacha de libertad.
Me agoté de luchar, pero no me rendí jamás…

La noche de mi condena fue larga…
Me liberó el amor y su tenaz lucha me guío a la salida.
Los límites y enredijos de en mis propias rondas,
derribaron los muros inexistentes, que me sitiaban.
Ya libre,  corrí desesperadamente hacia mi…
Y pudiendo ver a otros, que brillaban en mi oscuridad,
me abracé con fuerza, aunándome, a mi propia libertad…

Como nací libre y es mi derecho,
nadie podrá arrebatar la libertad de mi alma.

Sandra Gutiérrez Alvez

La corola perfecta

  La corola perfecta, el centro abierto. Y la esperanza brillante como polen maduro a la sombra de los sueños. La esperanza vendrá. Es neces...